CARTA
DESPERADA DE UN PADRE AFLIGIDO: Luego de graduado, a Einstein le costó cierto tiempo conseguir un
empleo, situación que preocupaba al flamante científico. Su padre,
percibiendo sin duda su estado de ánimo (Einstein se encontraba entonces con su
familia en Milán), sé atrevió a escribir (el 13 de abril de 1901) una carta a
Ostwald, un reconocido profesor académico. Estas fueron sus palabras....
Estimado
Herr Professor:
Por
favor perdone a un padre que es tan atrevido como para dirigirse a usted,
estimado Herr Professor, en el interés de su hijo.
Comenzaré por decirle que mi hijo
Albert tiene 22 años, que estudió en el Politécnico de Zúrich durante cuatro años,
y que pasó sus exámenes para el diploma en matemáticas y física con magníficas
notas el verano pasado.
Desde entonces ha estado
intentando, sin éxito, obtener un puesto de asistente, que le permitiera
continuar su educación en física teórica y experimental.
Todos
aquellos en situación de dar su opinión al respecto elogian sus talentos; en
cualquier caso, puedo asegurarle que es extraordinariamente estudioso y
diligente y se apega con gran amor a su ciencia.
Mi hijo se halla, por consiguiente,
profundamente infeliz con su actual falta de un puesto, y su idea de que
ahora se encuentra fuera de órbita hace que se sienta cada día más arrinconado.
Además, se siente oprimido por el
pensamiento de que es una carga para nosotros, gente de medios modestos.
Como
es a usted, altamente respetado Herr Professor, a quien mi hijo parece admirar
y respetar más que a cualquier otro investigador de los activos actualmente en
la física, es a usted a
quien me tomo la libertad de recurrir con la humilde petición de que lea su
artículo publicado en el Annalen Physik y que le escriba, si es posible, unas
pocas palabras de ánimo, de forma que pueda recobrar su alegría de vivir
y trabajar.
Si,
además, pudiese procurarle un puesto de assistent para ahora o para el próximo
otoño, mi gratitud no
conocería límites.
Le
pido una vez más que
perdone mi imprudencia al escribirle, y también me tomo la libertad de
mencionar que mi hijo no
sabe nada acerca de este inusual paso.
Por lo que se sabe hasta hoy, la
respuesta que obtuvo Hermann Einstein de Ostwald fue la misma que tuvo su hijo:
ninguna.
En
esta situación, algunos de sus amigos intentaron ayudarle. Michele Angelo Besso
(1873-1898), un ingeniero suizo a quien Einstein había conocido en una velada
musical celebrada en Zúrich en 1896, y la única persona a quien Einstein
agradeció su colaboración en su artículo de la relatividad especial (que no
contiene ninguna referencia a otros trabajos), buscó la ayuda de un tío suyo,
profesor en Italia.
El 15 de abril de 1901. Einstein tenía
buenas noticias que contar a su novia Maric. Por un lado, que el profesor Jakob Rebstein,
del Politécnico de Winterthur, le había escrito preguntándole si quería sustituirlo del 15 de mayo al 15
de julio, fechas en las que tenía que cumplir con su servicio militar.
«Puedes imaginarte con qué gusto hago esto! Tengo que dar unas 30 horas semanales, entre ellas
incluso geometría descriptiva, pero el valiente suabo no se asusta».
escribía a Mileva.
Por
otra parte, acababa de recibir una carta de su amigo y compañero de estudios
Marcel Grossmann (1878-1936), con quien en 1912-1913, siendo ambos profesores
en la ETH, aprendió y desarrolló el aparato matemático (la geometría
riemanniana) necesario
para la relatividad general, en la que éste le comunicaba que probablemente
recibiría pronto, con la ayuda del padre de Marcel, un puesto estable en la Oficina de Protección de
la Propiedad Intelectual de Berna.
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