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DECIR NO


Si alguien te dice que “no” a una petición, no te lo tomes a mal. Concédele el derecho a decir no.

Todos en el ejercicio de nuestra libertad tenemos derecho a decidir si decimos si o por el contrario decimos no cuando se nos solicita algo. Sin embargo normalmente el “no” se toma como una afrenta a nuestra persona, una traición si viene de una amigo al que le pedimos un favor, una traición a la amistad. No se pueden poner clausulas a la amistad.

La otra persona puede tener motivos para decirnos no, y no tiene el porqué darnos todo tipo de explicaciones, simplemente ejerce su derecho a decir no. Deberíamos respetar eso y asumir que no siempre nuestras expectativas se cumplen.

En realidad si esperamos el "si" la petición se convierte en exigencia y no en petición que es cuando se concede a a la otra persona la libertad de elegir.

Saber aceptar un no es sinónimo de inteligencia emocional, de respeto a la libertad ajena, y de capacidad de frustración.

Es un ejercicio de flexibilidad mental.

Cuando oímos el no solemos enfadarnos con la otra persona, a pesar de que ella no ha pedido nada, hemos sido nosotros los que la hemos puesto en una situación seguramente difícil si nos ha tenido que negar algo, porque no nos engañemos decir no es mucho más difícil que decir sí. Hay muchas personas que tienen grandes dificultades para decir no, hasta el punto de ser capaces de ir en contra de sus propios intereses por no atreverse a negar algo.

Se tiene miedo a quedar mal, a que dejen de apreciarte o quererte, a la discusión y el enfado, volvemos a la necesidad de aprobación de los demás. Si los demás no aprueban nuestra conducta tendemos a sentirnos mal por mucho que creamos que lo que hacemos o creemos es justo y está bien según nuestro propio criterio que al fin y al cabo es lo que nos importa No se puede ir por la vida diciendo siempre sí. Exigir y reivindicar nuestros derechos diciendo no a cualquier petición que signifique abusar de ellos es un ejercicio de salud mental. No necesitar la aprobación externa si ello pasa por el prejuicio de nuestros derechos e intereses es un signo de amor a nosotros mismos, de respeto a nuestra persona.

Decir no es sano, aceptar un no también.


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