El peor daño que se le hace a
una persona es darle todo. Quien quiera anular a otro solo tiene que
evitarle el esfuerzo, impedirle que trabaje, que proponga, que se enfrente a
los problemas (o posibilidades) de cada día, que tenga que resolver
dificultades.
Regálele todo: la comida, la diversión y todo lo que pida.
Así le evita usar todas las potencialidades que tiene, sacar recursos que
desconocía y desplegar su creatividad. Quien vive de lo regalado se anula como persona, se
vuelve perezosa, anquilosada y como un estanque de agua que por inactividad
pudre el contenido.
Aquellos sistemas que por "amor" o demagogia
sistemáticamente le regalan todo a la gente, la vuelven la más pobre entre las
pobres. Es una de las
caras de la miseria humana: carecer de iniciativa, desaprovechar los talentos,
potencialidades y capacidades con que están dotados casi todos los seres
humanos.
Quien ha recibido todo regalado se transforma en un
indigente, porque asume la posición de la víctima que sólo se queja. Cree que
los demás tienen obligación de ponerle todo en las manos, y considera una
desgracia desarrollarse en un trabajo digno.
Es muy difícil que quien ha recibido todo regalado, algún
día quiera convertirse en alguien útil para sí mismo. Le parece que todos a su
alrededor son responsables de hacerle vivir bien, y cuando esa
"ayuda" no llega, culpa a los demás de su "desgracia" (no
por anularlo como persona, sino por no volverle a dar). Solo los sistemas más despóticos impiden que los
seres humanos desarrollen toda su potencialidad para vivir. Creen estar haciendo bonito, pero en definitiva están empleando un arma
para anular a las personas. (No quiere decir que la caridad de una
ayuda temporal no sea necesaria en momentos especiales).
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