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¿QUE HACER PARA SER MÁS GENEROSO?



La generosidad es una actitud que consiste en dar algo a los demás sin esperar nada a cambio.

Dicho así, la generosidad suena a sacrificio, a desprenderse de algo, a vaciarse, pero raras veces ocurre eso. El “hueco” que deja lo que damos suele ser ocupado y, en ocasiones, con creces. Esto ya lo tratamos al hablar de los beneficios de ayudar a los demás.

Comenzar a ser más generosos y nos daremos cuenta de que la generosidad puede convertirse en mucho más que en una actitud: en un estilo de vida.


1. Sé generoso contigo mismo
Cuídate. Date tiempo para relajarte, para practicar un hobby o, simplemente, para hacer aquello que te guste.

No te prives si alguna vez puedes hacerte un pequeño regalo o una recompensa no material y puedes permitírtelo. Así comprobarás “en tus carnes” qué se siente cuando recibes eso que te hace tanta ilusión o tanta falta.

2. Comienza por poquito
La generosidad no consiste sólo en vaciarse los bolsillos. No se limita al dinero. Hay mucho de ti que puedes dar: tu talento, tus conocimientos, tu tiempo o cualquier gesto amable.

Puedes empezar por pequeñas cosas como sonreír, echar una mano, ofrecer un cumplido… Fíjate en las reacciones de la gente y en qué sientes tú en ese momento.

Aunque sea por poco, estás contribuyendo a mejorar el día de alguien y estás poniendo tu granito de arena en aquellas cosas en las que crees.

Ningún gesto de generosidad es insignificante.

3. Da de corazón
Aunque sea poco, pero hazlo sin esperar contraprestación o aguardar algún interés (de lo contrario, no sería generosidad).

No te arrepientas de tu generosidad, aunque no sea reconocida.

La verdadera recompensa no está en lo que recibas (aunque suele ocurrir que quien da, a la larga, recibe). Lo que obtienes de forma inmediata es la certeza de haber contribuido a mejorar la vida de alguien.

Quizás, ni te des cuenta de que, con un pequeño gesto, estés cambiando el curso de la vida de otra persona. Pero eso ocurre.

4. Siente gratitud por lo que tienes
La generosidad llegará como consecuencia natural de esa gratitud que experimentas.

Te darás cuenta de que, compartiendo eso que te hace feliz, también haces felices a otros.

5. Observa el alcance de la generosidad
Aquí es donde la generosidad deja de ser una actitud que afecta a una única persona. Ese sentimiento agradable que experimentas al compartir lo valioso se extiende a todo lo demás.

Cuando das algo, no das sólo una cosa. Te estás dando tú mismo, la persona que eres.

Alguna vez vas a dar con alguien que se aproveche de tu generosidad o incluso quien la ridiculice. Es cosa suya.

También estarán aquéllos a quienes has hecho felices, que han aprendido las ventajas que tiene compartir y que han decidido seguir la cadena.

Eso es lo mejor de la generosidad: que crece y se propaga. Algo que puedes experimentar para ver si merece la pena adoptar en tu vida.

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