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KAREN MARTÍNEZ NO SOLO ES LA SOMBRA DE JUANES.



¿Usted es consciente de que ya no es simplemente Karen? Sí. Ahora soy Karen, la esposa de Juanes. Las cosas empezaron a pasar, nuestra vida empezó a cambiar, su carrera empezó a crecer, a tener éxito y, entonces yo quedé embarazada de Luna, después de Paloma, y en todo ese tiempo embarazada en Miami hice un pare en mi carrera. Y ahí viene esa explosión de acontecimientos, pasamos de ser una pareja en Bogotá a tener familia en Miami.

¿Qué siente que la gente le pregunte todo el tiempo por Juanes? Yo no sufro por eso. Obviamente, cuando voy a dar entrevistas, si yo quiero hablar de mi trabajo, entonces dejo claro que lo que quieran preguntar sobre él, se lo pregunten a él.

¿Esa preguntadera sobre Juanes puede ser una tortura?. ¡Claro que sí! Y cuando eso pasa yo simplemente no respondo. No me complico ni me enredo, tampoco me frustro porque es muy lindo también lo que ha pasado con él. Yo no quiero ser la sombra de él y no lo soy, por esa misma razón yo trato en lo posible de mantener esa vida familiar, pero también esa vida laboral y de mujer.

¿Cómo es lo laboral? Hoy es actriz, pero modelo ya no. Tener un bebé es un milagro de la vida y yo tuve tres. Para mí es una bendición, es lo más importante, pero también me quiero realizar en otras cosas.

En un mundo en donde las mujeres son tan competitivas y exitosas, hay que tener mucha humildad para no querer competirle a Juanes, ¿está de acuerdo?
Totalmente. Yo no puedo hablar por otras personas así que voy a hablar por mí. Siento que estamos juntos, creciendo en muchos aspectos, y siento que cuando dos personas están juntas, se deben apoyar. Yo lo apoyo a él y a su trabajo y él me apoya a mí.

A Juanes lo aplaude un público, ¿a Karen quién la aplaude?
¿Quién me aplaude? Yo misma me aplaudo y el que me quiera aplaudir, también.

¿Qué es lo más fuerte del rol de mamá? Hay que tener paciencia para criarlos y escucharlos. ¡Es fuerte! Educar a tres niños no es fácil. Uno nunca sabe qué está bien y qué está mal y si lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal, y todo el mundo te dice y todo el mundo te habla.

¿Lo más grato de vivir con Juanes, un momento, un instante, un rato?.
Sentarnos a hablar de la vida, de lo que sentimos, de lo que siente él, de lo que siento yo. Hablar como amigos en nuestro sofá o en el balcón, es lo máximo. Mirando la luna, las estrellas, las palmeras, la verdad es que en Miami eso lo vivo bien.

¿En qué asuntos es más difícil ponerse de acuerdo con Juanes?
En temas de cómo educar, porque a veces somos personas diferentes.

¿Quién es más estricto?
Él. En la balanza soy la más relajada. Él es el más estricto, más disciplinado, pero hay cosas que no son negociables para mí y hay cosas que no son negociables para él. A la hora de irse a dormir, yo ahí soy estricta, yo quiero que se acuesten temprano y él que no porque como viaja tanto, cuando llega quiere estar con ellos. Otro ejemplo, en el tema de la comida es superestricto, se tienen que comer todo, no se pueden parar de la mesa. En ese tema yo soy mucho más flexible. Si no quieren comer, listo…

¿Algo que le dé Juanes?.
Tranquilidad.

¿Y algo que le quite?.
Me quita el sueño. Todavía me lo quita... esperando que llegue de viaje (del tono romántico pasa a la ironía y de ahí a una sonora carcajada).

Todos en la vida necesitamos reteñirnos para que no se nos olvide lo que somos, ¿una cartagenera cómo lo hace? ¡Lo cartagenero no se me quita jamás! Yo obviamente pareciera como que casi nunca voy a Colombia, pero mi conexión con Colombia y, sobre todo con la costa, es muy fuerte con las cosas que vi, olí y sentí en mi infancia.

¿Qué música le gusta? Esa pregunta nunca me la había hecho, porque yo normalmente escucho música que Juan pone o que él me dice: “Mira, escucha este nuevo grupo, o escucha el rock”. Pero a mí lo que me hace vibrar realmente es la música del Caribe.

Una canción que tenga en la cabeza. ¿Qué siempre pongo? Visa para un sueño, de Juan Luis Guerra, de la época cuando aprendí a bailar, cuando iba a las minitecas. Yo pongo Juan Luis, o pongo Carlos Vives y es como mi tierra, es como si fuera una inyección de vida. Te lo juro, es una vaina que no puedo explicar, yo siento que es la música la que me hace vibrar, así como si pongo reggae, música del Caribe o música africana.

¿Un pensamiento hoy que de reina no se le hubiera ocurrido?
Hoy siento que me gusta la edad en la que estoy, me gusta lo que veo, me gustan mis 32 años.

Con el pasar de los años, ¿en qué quedó la vanidad?
Sigo siendo supervanidosa, me encanta estar a la moda. Ahora sé lo que me gusta más que antes, y me siento mejor que antes.

Y hoy en día, como a las reinas, al que miran más es a Juanes.
Sí, mucho. Eso tampoco es fácil. Yo sé que la gente, bien o mal, va a hablar siempre. Llegas a un sitio y la gente va a empezar a cuchichear, te va a mirar de arriba abajo, quiere saber qué comes, cómo comes, y qué dices. De pronto, el tema para él es más fuerte, por la crítica.

¿Cómo se vuelve invisible Juanes?
No, no, imposible, por eso se alejó un tiempo y se encontró. Todo lo que pasó era necesario porque, si no,  la vida no se vuelve interesante.

¿A usted le gusta este nuevo Juanes?
Claro que me gusta, y más, porque él está feliz y porque está haciendo lo que quiso ser. Estoy feliz porque está tomando decisiones. Él lo dijo en muchas entrevistas: “Hasta aquí no voy más, quiero parar, no me siento conectado, tengo que volver a encontrarme, tengo que volver con mi familia”. Es muy valiente, eso me dice mucho más de él.

La soledad, ¿buena o mala?
Sabes que no me gusta mucho la soledad. Yo soy muy de la gente, me gusta hablar con la gente, compartir con la gente, no me gusta sentarme a comer sola.

¿Qué es la seducción?
La seducción creo que es una energía que tenemos adentro y es muy necesaria para ponerle picante a la vida.

¿Qué tal está su valentía?
No es que sea la más valiente, pero yo me monto en una montaña rusa sin problema y podría tirarme de un paracaídas.

Para usted ¿qué significa sumar años?
Sumar años es madurez, es confianza. Son arrugas también. Yo creo que hoy en día el miedo más grande de los seres humanos es a envejecer.

¿Si volviera a nacer actuaría otra vez?
Si yo volviera a nacer, quisiera volver a ser igual y con mis mismos hijos pero... sí, actuaría más. Te voy a reconocer que sí, pero no estoy vieja, aún tengo mucho tiempo y puedo seguir actuando.

¿Ha escrito algo sobre su vida?
Bueno, tenía un diario y todos los días iba escribiendo lo que sentía, es una terapia chévere que uno debería tener siempre. Ya no lo hago. Lo perdí, pero tengo el de Juan.

¿Él también lo hacía?
Sí, él tiene libretas en las que escribía lo que sentía… yo lo tengo guardado. Y tengo una también mía, ahora que lo recuerdo, sí, en ese mismo baúl.

Una frase que la condene a recordarla.
Dejémoslo en “La vida es un ratico”.

¿Una cosa es casarse con el príncipe azul y otra cosa es vivir con el príncipe azul?
No existen los príncipes azules y tampoco hay princesas. ¡Eso es mentira! Somos seres humanos, no somos perfectos, y qué bueno que no somos perfectos. En mi caso mi príncipe es el de la camisa negra.

¿En qué cree?
Creo que hay un Dios. Y ese Dios es esa fuerza y esa energía que cada uno sigue como quiera. Yo soy católica, pero no sigo a la iglesia como tal, igual que Juan. Creemos en Dios y queremos que nuestros hijos tengan un contacto con Dios y con ellas mismas.

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