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LA MEDIA COBIJA

Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa.

Durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su
familia. Su mayor deseo era ver a su hijo mayor, Giovanny, convertido en
un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó
su vida y su escasa fortuna. Pero sobre todo su salud y buena voluntad.


A los setenta años, don Roque se encontraba sin fuerzas, ni esperanzas,
solo y lleno de recuerdos.

Esperaba que su hijo Giovanny, ahora brillante profesional de carrera,
le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que
éste apareciera, y decidió valientemente por primera vez en su vida
pedirle un favor.

Don Roque decidido llegó a casa de su adorado heredero, tocó la puerta
sabiendo que dentro estaba Giovanny rodeado de su bella familia.


-Hola papá!- Exclamó exaltado de la sorpresa Giovanny al abrir la
puerta.-Qué milagro que vienes por aquí!

Avergonzado por el hecho de no ser más el viejo roble autosuficiente,
don Roque le responde serenamente:
-Ya sabes que no me gusta molestarte, pero quiero que sepas que me
siento muy solo; además hijo mío, estoy cansado y muy viejo.


-Pues padre, a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos ya
sabes que ésta es tu casa. Cuando lo quieras papá...

Conmocionado por las sólidas frases del hijo a quien ayudó a crecer, don
Roque acentuó su agradecimiento:
-Ya lo sabía hijo mío, gracias, muchas gracias!!! Siempre supe que podía
contar contigo, pero muy dentro de mi temía ser un estorbo.

Con una alegría inesperada en él mismo, don Roque decidió asegurarse su
eterna bienvenida a ese entorno tan especial que le era esquivo dentro
del hogar de Giovanny:


-Entonces, no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes
Giovanny? Me siento tan solo!.

-Pero papá... Tú te refieres a quedarte a vivir aqui? Dejar tu casa..?
Bueno... Sí... claro... pero no sé si estarías a gusto. Ya sabes mi
viejo... la casa es chica... mi esposa es muy especial... todo le
duele... y luego están los niños... Luis Alfredo en su etapa rebelde, de
desarrollo y María Beatriz, ya casi lista para tener novios.

Don Roque alarmado y abatido por el análisis a que estaba siendo
sometido, se armó de valor y enfrentó su realidad con entereza:

-Mira, hijo, si crees que te causo muchas molestias olvídalo, no te
preocupes por mí, alguien me tenderá la mano.

-No padre, no es eso. Sólo que... no sé me ocurre dónde podrías dormir
tranquilo; no puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo
perdonarían... o sólo que no te moleste...


-Qué, hijo? interrogó esperanzado el viejo don Roque.

A lo que Giovanny respondió:

-Dormir en el patio...

-Dormir en el patio está bien.

Giovanny, el rubio y flamante abogado hijo de don Roque llamó a su hijo
de doce años Luis Alfredo, para pedirle colaboración en el trato con su
abuelo.


-Dime papá. Apuró el jovencito.

-Mira, hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Por favor,
traele una cobija para que se tape en la noche.

-Si, con gusto...y donde va a dormir?

-En el patio, no quiere que nos incomodemos con su visita.

Luis Alfredo subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos.
En ese momento llegó su padre. Al ver Giovanny el movimiento en falso de
Luis Alfredo se le acerca y le interroga por su accionar.


-Qué haces Luis? Por qué cortas la cobija de tu abuelo?

Inocentemente Luis Alfredo voltea y observa ingenuamente el rostro de su
padre y le responde:

-Sabes papá estaba pensando...

-Pensando en qué?

-En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas ya viejo y vayas a
vivir a mi casa.

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