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EVITA LA IRA


Es perfectamente posible vivir una vida sin ira. La ira no es una parte imprescindible de la naturaleza humana. Tú puedes aprender a no experimentar ira, con lo cual te librarás del problema psicológico de reprimirla y del problema fisiológico de tener una úlcera.
La ira es siempre la reacción a una frustración, y una frustración es lo que te ocurre cuando te falla algo que esperabas, algo con lo que contabas.
Generalmente somos presa de ira cuando alguna circunstancia nos impide hacer o conseguir lo que desearíamos, o cuando alguna persona no se comporta de la manera que nos gustaría. Cualquiera sea la razón por la que te sientes enojado, la realidad es que tú decides enojarte; nadie te obliga a hacerlo.
Así como has decidido que es lógico enojarse o que tienes razón al hacerlo, puedes decidir también lo contrario: que no es necesario hacerlo.
Las personas que regularmente dan rienda suelta a su ira no sacan la cuenta del deterioro en la calidad de vida que esto les ocasiona.
Muchas personas han crecido en familias donde la ira era lo común y no conocen otro estilo de vida. Estas personas no se dan cuenta de que es posible vivir mejor porque nunca han vivido de otra manera.
La ira puede impedirte pensar en maneras efectivas de encarar el problema. Una actitud serena te permite encarar formas constructivas de resolver la situación o de lograr que no se repita en el futuro.
Plantear tu disconformidad de forma educada y amable es un recurso con posibilidades de conseguir un resultado favorable.
Recuerda siempre que enojándote con los demás no los vas a hacer cambiar.

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